Larreta, el unitario que federaliza la pandemia

Con los nuevos 188 contagios de COVID-19 conocidos ayer, la Ciudad ya se ubicó en el primer puesto de casos a nivel nacional, por encima de la provincia de Buenos Aires.

La “ciudad puerto” dejó de ser la puerta de entrada para quienes importaron los primeros casos de coronavirus y se afianza como el principal centro de distribución de contagios comunitarios.

El informe vespertino del Ministerio de Salud de la Nación del martes 12 de mayo indicó que son 2286 las personas con coronavirus en la Ciudad. Casi un tercio de ellas vive en barrios vulnerables a los que el Gobierno porteño mantiene abandonados y lejos de la mirada de los medios de comunicación amigos que, con absoluta desfachatez, presentan rankings en los que intercalan a las provincias argentinas con los barrios de CABA.

Que la capital nacional tenga 50 casos más que la Provincia es un dato que ya no sorprende, aunque sí genera una profunda alarma, sobre todo si se tiene en cuenta que la ciudad gobernada por Horacio Rodríguez Larreta tiene una población cinco veces menor a la de la provincia de Buenos Aires.

Las organizaciones sindicales, sociales y políticas venimos denunciando desde antes de la pandemia el abandono que sufren los barrios populares de la Ciudad. La falta de agua en el Carlos Mugica y la ausencia total de políticas preventivas de salud fueron los elementos centrales para el armado de esta bomba de tiempo que finalmente explotó en el distrito con más recursos por habitante del país. Sin acceso a los micrófonos de los medios masivos de comunicación, las y los habitantes de la Villa 31 anoche hicieron un “ruidazo” para hacer oír su reclamo por derechos fundamentales.

El abandono del GCBA a los sectores populares no termina en él COVID-19. Esta semana la Secretaría de Salud porteña reconoció la existencia de 6.500 casos de dengue, de los cuales el 90 por ciento se concentra en los barrios del sur de la Ciudad. Sin fumigación ni campañas de prevención, los mosquitos se instalaron definitivamente en las comunas 4, 7 y 8 y más del 95 por ciento de los contagios son autóctonos en vecinas y vecinos que viven en La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Flores, Parque Chacabuco, Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano.

El Gobierno nacional debió intervenir de manera directa en los barrios porteños través de los ministerios de Salud y Desarrollo Social. Así se detectó el contagio masivo. Es tan grande el abandono de Larreta que el martes se cerró el Centro de Inclusión Social de Retiro, un espacio situado a cien metros de la Villa 31 donde se alojaban 92 personas en situación de calle. Setenta y nueve de ellas dieron positivo al testeo de COVID-19 y las otras trece esperan los resultados.

En este tiempo. los negocios de la gestión porteña no se detuvieron. El Jefe de Gobierno compró barbijos vencidos a 3.000 pesos por unidad mientras le negó elementos de profilaxis docentes y estatales que de desempeñan en la calle, en hospitales o participan en los operativos de distribución de alimentos en las escuelas. También le pagó en dólares y a precios de primer mundo a la consultora HYTSA para hacer en la propia Villa 31 un trabajo para el que ya existe un área con personal y recursos propios.

A esta altura está cada vez más claro que Larreta sigue siendo el que todas y todos conocemos. El socio de Mauricio Macri no puede esconder su carácter unitario pero bien dispuesto a federalizar los costos de la pandemia.

Durante la última conferencia de prensa conjunta (Nación, Ciudad y Provincia) se planteó concretamente que la situación del Área Metropolitana seguía siendo preocupante y que no estaban dadas las condiciones para flexibilizar la cuarentena. La respuesta de Larreta fue abrir las joyerías de la Ciudad y lanzar nuevamente a la calle a las grúas que llevan años operando de manera irregular para acarrear automóviles mal estacionados. El objetivo es claro, mantener la recaudación y el lucro a la cabeza de sus prioridades. Para el Jefe de Gobierno, la Salud puede esperar.