Hay miles de M.Y.B. en la ciudad de la furia inmobiliaria
El lunes 15 de marzo desapareció M.Y.B. y durante tres días asistimos angustiados al relato de su búsqueda. Por Frente Barrial CABA
Por tres tardes-noches consecutivas los vecinos de su barrio cortaron la autopista Dellepiane entre Villa Lugano y Parque Avellaneda. Los medios y canales de noticias descubrieron, como lo hacen cada tanto, la existencia de la pobreza extrema, el hambre, la marginalidad y la vida en situación de calle.
El jueves 18 M.Y.B. apareció sana y salva. Las fuerzas de seguridad que la encontraron con vida son las mismas que descargan su violencia y maltrato contra quienes viven en la calle. Sus responsables alargaron un poco el show mediático. Mc Donald’s aprovechó la publicidad. La historia en singular alimenta el interés por la noticia, la hace consumible. ¿Cuántos días pasarán hasta que se deje de hablar sobre el “caso Maia”? ¿Cuántos para que se olviden las frases compungidas sobre las “muchas Maias” que hay en las grandes ciudades de Argentina?
Es lógico, una vida siempre conmovió más que 871, la cantidad de niñxs que viven en la calle en la Ciudad de Buenos Aires. Tiene una cara que se puede recordar. El censo de personas en situación de calle quise realizaron organizaciones sociales, y el Gobierno de Larreta se empeña en desconocer, registró casi 8000 personas en esa condición en el año 2019. Son demasiados rostros para que nuestra memoria los grabe y se angustie 8000 veces. Mucho más difícil parece ser relacionar esas angustias legitimas con las políticas económicas neoliberales que destruyeron o precarizaron el empleo, desfinanciaron al Estado reduciendo sus políticas a una asistencia insuficiente y marginal, convirtieron en una utopía el derecho a la vivienda y relegaron los grandes centros urbanos en botines del mercado inmobiliario y la especulación financiera.
Detrás del candor con que se refieren a la pobreza estructural los mismos que prometen que el mercado es lo más eficaz para asignar recursos está la expulsión de miles de familias y chicos de la dignidad de un espacio propio, hacia la calle.
Quienes integramos el Frente Barrial de la CTA, junto a muchas otras organizaciones sociales en la Ciudad, venimos denunciando la destrucción de las políticas de vivienda y hábitat, la violencia institucional que las fuerzas policiales ejercen sobre quienes viven en situación de calle, la ausencia de protocolos para intervenir desde el respeto de sus derechos, exigiendo el aumento presupuestario para garantizar mayor personal y más capacitación de quienes trabajan en los paradores y hogares de Niñez dependientes del GCBA o subvencionados por este, la articulación con otras instancias estatales que garanticen su integración a un proyecto de vida, y el cumplimiento efectivo de la Ley 3706/10 de Protección y Garantía de las Personas en Situación de calle y en riesgo de situación de calle, entre otros reclamos.
Los magros subsidios habitacionales que el gobierno de la Ciudad tiene prácticamente congelados exigen que la situación de calle se haya producido. De manera tal que no hay ninguna política de subsidios para prevenirla en la amplia franja de personas en riesgo de caer en esa desprotección. Además de aumentar el importe para adecuarlo al valor real de las habitaciones, se deben verificar sus condiciones de “habitabilidad” a través del programa dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano. Por otra parte, el Decreto Presidencial que prohíbe los desalojos durante la pandemia es violado por los hoteleros sin que las autoridades porteñas hagan nada para evitarlo.
La ministra de Educación, Soledad Acuña, encarna el colmo de la hipocresía cuando acusa a los demás por no preocuparse por la escolaridad de M.Y.B.. Su gestión atacó al límite poner al borde de cierre al único Centro Educativo destinado íntegramente a niños, niñas y adolescentes en situación de calle: el “Isauro Arancibia”. Hasta intentó demoler su edificio.
Desde la CTA de la Ciudad y el Frente Barrial, junto al conjunto de organizaciones populares porteñas continuaremos luchando por construir una ciudad donde el objetivo de las políticas públicas sea garantizar condiciones de vida, vivienda y hábitat dignos para toda la ciudadanía y no perpetuar el gran negocio de unos pocos en una urbe que segrega a sus propios habitantes, por una ciudad en la que no proliferen la Maias viviendo en la calle mientras crecen las mega torres vacías de la especulación inmobiliaria.