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Trabajadoras sexuales reconocieron a quienes acompañan su reclamo

La entidad surgió para frenar los abusos de policías y proxenetas.

Roly Villani

Cumplió sus primeros 20 años  AMMAR, la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. La organización, que surgió para defenderse de los abusos de la policía y los proxenetas, fue cambiando con el tiempo y derivó en un sindicato de las trabajadoras sexuales afiliado a la Central de Trabajadores Argentinos  (CTA) que dirige Hugo Yaski. Y la celebración de ayer fue todo lo que se puede esperar del aniversario de una organización tan heterodoxa. «¡Cuántas luces! –dijo Georgina Orellano, secretaria general de AMMAR en el discurso inaugural, y arrancó las primeras carcajadas del público– ¡Nosotras estamos más acostumbradas a la oscuridad!».  El acto había comenzado con la proyección de un video que reivindicaba el trabajo sexual como parte de los Derechos Humanos y fundamentalmente de la mujer.
«Nosotras pensábamos que cuando se acabaron los edictos policiales se iba a terminar el problema, pero no, enseguida aparecieron otras normativas que criminalizaron nuestro trabajo: ahí fue cuando aprendimos que las legislaciones pueden estar hoy y cambiarse mañana», dijo Orellano, y agregó que les sorprendió encontrar en el camino adversarios que no esperaban: «Queríamos denunciar a los proxenetas y a la policía y terminamos discutiendo con compañeras y compañeros que se niegan a reconocer que lo nuestro es un trabajo».
AMMAR viene impulsando desde hace tiempo una Ley de Trabajo Sexual Autónomo, que propone separar claramente esta actividad laboral de ilícitos como la trata de personas y la explotación sexual de menores o mayores de edad. Para ello, pide la creación de un organismo mixto integrado por distintos ministerios y miembros de organizaciones no gubernamentales, que vele por el cumplimiento de esta ley. «Queremos que se debata –dijo Orellano–. El principal problema es que quienes se oponen a calificar nuestra actividad como trabajo por cuestiones morales, bloquean la discusión sobre el tema. No queremos que nadie hable por nosotras, somos una organización de  veinte años, que está en todo el país. Pregúntennos a nosotras qué opinamos de este trabajo».
A continuación, vinieron los premios. Iban a ser uno por cada año cumplido, pero «fue tanta la gente que apoyó las ideas y el trabajo de las chicas de AMMAR», dijeron, que el número quedó en 37.
El primer premio fue para Hugo Yaski, secretario general de la CTA, por su voluntad de permitir la incoporación de AMMAR. El segundo, emotivo premio, se le otorgó a Elena Reynaga, dirigente histórica y fundadora de la entidad, que se retiró hace dos años de la conducción. «Con orgullo puedo decir que la alumna superó a la maestra –dijo entre lágrimas, en referencia al liderazgo ejercido por Orellano–, esta organización creció mucho desde que me fui y eso estuvo muy bueno».
Otros premios importantes fueron para los legisladores Pablo Ferreyra, de Seamos Libres, y María Rachid, del FPV, que apoyaron la propuesta de AMMAR en la Capital Federal. «