Reducción de la jornada de trabajo en Argentina, un debate necesario
El presente material es el resultado de las intervenciones que se produjeron en el marco de los tres conversatorios sobre “Crisis y Políticas Laborales” que organizó la Fundación Germán Abdala durante la primera mitad del año 2021.
Por Emiliano Bisaro – Presidente FGA / Romina Piccirillo – Coordinadora Área Estudios del Trabajo (FGA)
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Desde la FGA nos propusimos abordar el debate por la reducción de la jornada laboral en la Argentina con el objetivo de plantear una agenda post pandemia desde los trabajadores y las trabajadoras. Las restricciones producidas a partir del 2020 y su profundo impacto social, económico y cultural nos obligan a replantear la acción sindical. Entendemos que las huellas sociales serán profundas y perdurables y que en este marco es necesario plantearse un programa con un horizonte de recuperación del empleo con derechos, valorización del salario y avanzar hacia un desarrollo sustentable con inclusión social. En este punto, consideramos que es necesario potenciar perspectivas que se enfrenten a las posiciones que pretenden recuperar la senda del crecimiento a partir de limitar derechos laborales y reducir salarios. Y con la misma energía debemos polemizar fraternalmente con las ideas que tienden a naturalizar o reconocer como inmodificables las consecuencias del neoliberalismo en el mercado laboral. Así, entendemos que la reducción de la jornada laboral es una alternativa a los futuros propuestos, anclada en las tradiciones más sentidas del movimiento sindical y que posee la potencia de afectar positivamente a la sociedad en su conjunto. Es decir, recupera las luchas más profundas y sentidas de los gremios y superar las miradas corporativas que se cierran en lo estrictamente sectorial.
En esta etapa, nos encontramos con un abrupto giro en la agenda y acción sindical, en la cual la realidad nos impuso la profundización de las reivindicaciones vinculadas a las condiciones medioambientales de trabajo; nos encontramos con trabajadores y trabajadoras en tareas esenciales con exposición de riesgo de salud significativo y una consecuente revalorización de las funciones del Estado, de lo público y los sistemas de protección. Y también nos encontramos con el crecimiento intenso del teletrabajo y las nuevas realidades que conlleva y con una recuperación relativa del valor social de los trabajos humildes, de los denominados esenciales. Todos estos tópicos de la agenda sindical poseen las marcas del retroceso, del repliegue y de la fragilidad por la que están pasando las trabajadoras y los trabajadores. En otro sentido, la reducción de la jornada laboral es un planteo que porta en sí misma la búsqueda por la conquista de derechos y la construcción de futuros mejores.
Algunos plantean que la propuesta es marginal o inaplicable. Por el contrario, vemos como el debate avanza por todo el mundo y las experiencias prácticas se llevan a cabo en distintos países europeos. Así, no solo es viable, sino que ya hay experiencias que señalan los beneficios vinculados a la productividad laboral, la salud de trabajadoras y trabajadores y la reducción de accidentes y ausentismo. Por lo tanto, nuestra opinión indica que la reducción de la jornada laboral es factible, es beneficiosa, está sucediendo, pero sobre todo es el futuro.
Tenemos la convicción de que la reducción de la jornada laboral es una propuesta integral, que posee una dimensión cultural muy fuerte, ya que pone en crisis el paradigma productivo neoliberal de un desarrollo basado en el utilitarismo y la exclusión, que deja el tiempo de ocio, esparcimiento, dedicación a la vida familiar, política y cultural al margen de lo socialmente valorado. Si nos dicen que el avance tecnológico producirá inevitablemente la reducción de puestos de trabajo por el crecimiento de la productividad, proponemos la reducción de las horas de trabajo y la distribución de las mismas para la generación de empleo. Pero junto a ello, también la reducción de la jornada laboral es la ampliación de la esfera de la autonomía de los sujetos y es la posibilidad de más educación, más ocio, más protagonismo ciudadano, más libertad. En otras palabras, es más tiempo libre para múltiples actividades no necesariamente apropiadas por el capital.
Otro de los ejes centrales de esta propuesta se enmarca en poder pensar seriamente en un acuerdo verde, en el sentido de que la reducción del impacto ambiental de nuestras actividades productivas y de democratizar el acceso al uso del tiempo para la conciliación de las tareas de cuidados, no reconocidas y no remuneradas, que mayoritariamente recaen sobre las mujeres.
Hace tiempo consideramos que las organizaciones del campo popular se encuentran mayoritariamente ancladas en el corporativismo o en el pensar que el problema central de nuestro país es distributivo. En nuestra perspectiva, el problema distributivo es solo una parte del proyecto de país que los sectores populares debemos ensamblar. Nos debemos, hace rato, pensar cuáles son los sectores que van a ser estimulados para que la Argentina vuelva a crecer. Comprendemos que las propuestas consignadas en esta publicación se siguen manteniendo en la esfera de la distribución. No obstante, lo hacen con mayor profundidad, ya que suponen una necesaria mejor relación entre salario y hora trabajada, una ampliación de las relaciones de salarización y un incremento del trabajo registrado. Al mismo tiempo, plantea el desafío de discutir los procesos productivos y la organización del trabajo, la adecuación de los procesos con la jornada horaria y los incrementos de productividad de cada uno de los sectores.
En este sentido y por lo anteriormente dicho, su implementación es sumamente compleja. Si nuestra intención es ir más allá de la consigna, debemos abordar múltiples temas para volverla efectiva. Sabemos que se puede reducir la jornada, la semana o ir a un régimen mixto según los sectores y que eso es parte de un debate. De la misma forma, estamos convencidos que hay que modificar la ley, que no pueden ser transformaciones que queden exclusivamente al nivel de la negociación colectiva y depender de la fuerza y voluntad de cada sindicato.
En definitiva, consideramos que es hora de replantear las condiciones de trabajo y la reducción de la jornada, con el protagonismo de las organizaciones sindicales, en el marco de una legislación argentina que cumplirá ya cien años, durante los cuales se han transformado profundamente las relaciones del trabajo, para volver a poner en el horizonte una sociedad con más empleo y más libertades.